La poca o mucha suerte que tengo, no serviría de nada si no tuviera en mi mente la mayor fuerza motriz existente, la fuerza de voluntad bañada en ilusión. A mí me mueve la ilusión. Fijarte una meta, un objetivo, no estar siempre pensando en todo lo malo que te puede pasar y sin dejar de luchar por intentar retrasar ese mal del que eres tan consciente ¿Difícil? No, aunque no es fácil, es todo un reto. Tal vez yo juegue con dos ventajas: siempre quise ser ‘normal’ y mi madre me repitió durante años eso de ‘esta chica es más bruta que un ‘araó’ por lo que llegas a creértelo… si es que no fuera cierto del todo. Mas sin empuje, sueños o utopías no se va a ningún sitio, nadie.
La actitud lo cambia todo. El
pensamiento positivo, una sonrisa, la ilusión.
A un adulto, y estos chicos lo eran, no hay que decirles que hay posturas muy dañinas, es imposible que no lo sepan… que no lo quieran saber es otra cosa. Lo más cómodo y fácil es bañarte en resignación y esperar sin hacer nada (¿esperar a qué…? ¡Ay Dios, si es que me pongo mala! Hasta los mismos científicos, neurólogos dicen que cuando hallen la solución, el gen correcto para implantar en nuestro cuerpo, la sanación llegará paulatinamente… nadie va a sacar un conejo sano de una chistera) Me enfado, y creo que con razón, porque he visto a demasiada gente rendirse y sé lo que pasa.
“Quizá no puedan…” Depende, ¡pero a este chico yo le vi! Hay posturas que no se pueden corregir sin cirugía y muchas veces ni aun con eso, la ataxia es así de cruel, pero no por ello hay que dejarle vía libre; que usurpe nuestro cuerpo sin luchar. Vamos a ponérselo difícil, intentarlo al menos.
Tenemos una baza oculta, buena,
muy buena está en nuestra mente y es gratis, hay que jugarla. Se llama (soy muy
pesada, lo sé) ilusión.
Y la ilusión se practica, se
trabaja; en los niños es natural pero nosotros ya no somos niños.