La poca o mucha suerte que
tengo, no serviría de nada si no tuviera en mi mente la mayor fuerza motriz
existente, la fuerza de voluntad bañada en ilusión. A mí me mueve la ilusión.
Fijarte una meta, un objetivo, no estar siempre pensando en todo lo malo que te
puede pasar y sin dejar de luchar por intentar retrasar ese mal del que eres
tan consciente ¿Difícil? No, aunque no es fácil, es todo un reto. Tal vez yo
juegue con dos ventajas: siempre quise ser ‘normal’ y mi madre me repitió
durante años eso de ‘esta chica es más bruta que un ‘araó’ por lo que llegas a
creértelo… si es que no fuera cierto del todo. Mas sin empuje, sueños o utopías
no se va a ningún sitio, nadie.
La actitud lo cambia todo. El
pensamiento positivo, una sonrisa, la ilusión.
Un ejemplo para que veáis que
esto es real en todos los casos. Hace años conocí a una pareja de hermanos con
ataxia de Friedreich, estaban muy dejados de tratamiento físico. Su madre movía
cielo y tierra para que les operaran cuanto antes… ¿de qué? Para eliminar la
ataxia. En cuanto hallaran la solución a sus hijos les operarían los primeros.
No suelo discutir con quien me dice algo así (¡han sido tantos ya…!), la
solución llegará pero no todavía y menos hace años. Son maneras de vivir; yo me
agarro a mi presente por muy utópico que sea y otros al humo salvador del
futuro.
Bueno sigo que el tema es serio
y tiene miga, pues a estos chicos se les caía el cuello, la cabeza hacia
delante, como cuando una persona mayor se duerme solo que ellos no estaban
dormidos y siempre llevaban la cabeza hacia abajo. Una noche uno de los dos
hermanos tenía el cuello casi bien y la cabeza tan alzada que no pude dejar de
mirarle. Veíamos en una pantalla gigante una final de fútbol importante; cuando
acabaron los noventa minutos de partido el chico volvió a poner su cuello mal.
Se lo conté a mi fisioterapeuta buscando una explicación profesional… no la
había, sólo encontró la misma explicación que yo: la ilusión. Él la había
perdido y se había llenado de dejadez.
A un adulto, y estos chicos lo
eran, no hay que decirles que hay posturas muy dañinas, es imposible que no lo
sepan… que no lo quieran saber es otra cosa. Lo más cómodo y fácil es bañarte
en resignación y esperar sin hacer nada (¿esperar a qué…? ¡Ay Dios, si es que
me pongo mala! Hasta los mismos científicos, neurólogos dicen que cuando hallen
la solución, el gen correcto para implantar en nuestro cuerpo, la sanación
llegará paulatinamente… nadie va a sacar un conejo sano de una chistera) Me
enfado, y creo que con razón, porque he visto a demasiada gente rendirse y sé
lo que pasa.
“Quizá no puedan…” Depende,
¡pero a este chico yo le vi! Hay posturas que no se pueden corregir sin cirugía
y muchas veces ni aun con eso, la ataxia es así de cruel, pero no por ello hay
que dejarle vía libre; que usurpe nuestro cuerpo sin luchar. Vamos a ponérselo
difícil, intentarlo al menos.
Tenemos una baza oculta, buena,
muy buena está en nuestra mente y es gratis, hay que jugarla. Se llama (soy muy
pesada, lo sé) ilusión.
Y la ilusión se practica, se
trabaja; en los niños es natural pero nosotros ya no somos niños.