La
oscuridad es el rincón más profundo y solitario del mundo, solo tú puedes darle
color a tu vida.
Aunque
todo no sea tan azul, nunca nada será
tan negro salvo la muerte. Dale color a tu vida. La actitud lo cambia todo.
Puedes… más de lo que te imaginas, pero
nunca lo sabrás si no lo intentas. Los buenos ratos hay que buscarlos sólo los
malos llegan solos.
Trabaja. La actitud a veces se trabaja.
Dice el escritor y filósofo Fernando Savater en su libro ‘Mira por dónde’ que,
“el trabajo es una obligación hija de la necesidad, mientras que la actividad
es el ejercicio alegre del deseo”`.
Hace tiempo que supe que mi tratamiento es mi trabajo, y toda la actividad
que me rodea es lo que me ayuda a solazarme casi tocando la felicidad; a
derretirme mientras escribo escuchando ‘Eye in the Sky’, o, a agobiarme cuando
no me siento capaz de seguir.
En definitiva, la actividad me ayuda a vivir pero para poder vivir tengo
que trabajar. ¡Vaya! Parece que como todos, quizás no soy tan diferente ni
ciudadano de segunda categoría, ni leches. En fin, reconoceré que en mi caso el
sentido de la frase es demasiado singular.
Aprender a trabajar por dentro. Aprender a sonreír de verdad.
Por dentro.
No te mira nadie.
Absurdo me parecía que hubiera un trabajo así, como absurdo es para muchos
pensar que una persona que no recibe un sueldo trabaje.
Haga lo que haga.
¡La
sociedad es así de corta!
Quererme
de nuevo, estar a gusto conmigo misma, saberme valiosa, buscar soluciones a los
posibles aceptando los imposibles..., no es fácil.
No se trata de lo que eres capaz de
lograr, sino de lo que eres capaz de esforzarte. Quizás por vivir con una
enfermedad veo las cosas con mayor nitidez algunas veces.
Otras no.
Me ha costado y me cuesta ver mi suerte,
a ese pequeño superman que se ha convertido en la mujer que siempre quise ser.
Porque una enfermedad no es un castigo, ni una prisión, ni maldición ni leches.
Es una cualidad por la que hay que
luchar, y así lo tienes que ver para no volverte loca. Leí en no sé dónde: “el
peligro está ahí fuera”. En mi caso y en el de otros muchos no… el peligro está
dentro, nosotros podemos ser nuestro peor enemigo.
Próximo post: la importancia de crearse una
rutina, o creársela si tú le cuidas,
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