Hay
tanto victimismo, cara dura y fraude que creo que soy ilegal por creer todavía
en la vida. Y por luchar. Y si ya te metes a las redes sociales y ves cómo
sufren por un ‘me gusta’, por una melancolía estilo casa de la pradera pero con
divinos y exquisitos picos…
Ir de víctima incomprendida por la vida, o de cruel y
lastimosa víctima del destino debe molar hoy en día. Pero si de verdad no
quieres dar pena, no te la des a ti mismo. Trabaja, lucha, sueña, enamórate.
Siempre hay algo más.
Lo importante es querer vivir y ocupar tu
tiempo en algo que te guste, tener mucha paciencia e ir abriéndote poco a poco.
Y si llegas a sonreír de verdad, habrá comenzado un nuevo día.
Sentir… quizás esa es la clave del mundo.
Sentir que no estás sola. Sentir la alegría y
pena de los demás. Disfrutar sus éxitos y entender los fracasos. Respirar empatía y mezclarte con la vida.
Con tu libro favorito, tu serie preferida, tu
familia, los que te rodean. No te conviertas en una isla porque no lo eres. Ni
cierres la puerta a una caricia, a ninguna emoción. Sólo a la culpa, porque tú
no tienes la culpa de nada. Vaya, de alguna cosa sí, seguro.
Si
tratas a los demás como te gustaría que te trataran a ti, todo va a ser mucho
más fácil.
Próximo post: sonreír por dentro.
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