¿Le debes todo a la ataxia?
No,
no le debo nada. Se lo debo a mi esfuerzo, tesón y constancia.
…
¿Yo sería así sin tener una
ataxia?
¿Sin haber conocido la enfermedad?
La verdad es que no lo sé, no
puedo saberlo. Así, a bote pronto, se me ocurre que ni la madre Teresa de
Calcuta ni Juana de Arco tenían una ataxia… no me comparo con ninguna, ni mucho
menos; lo digo por la empatía de una y la fortaleza de la otra. Las
circunstancias que nos rodean marcan nuestro carácter, nuestra forma de ser…
¡qué duda cabe! Pero de ahí a deberle todo a la Ataxia hay un abismo.
Pienso yo.
Sé que hay quien piensa que mi
primer libro me lo publicaron por estar enferma, mi opinión varía algo ya que
intuyo que si el autor de cualquier libro no aporta nada al lector nadie te
publica. Y con eso me quedo. La ataxia es cruel y no sirve negarlo, y creo que
somos muy valientes los que, cumpliendo nuestro tratamiento, seguimos dando a
conocer la ataxia de Friedreich y dedicándonos a otras cosas.
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