Hace años que utilizo los veranos para mantenerme, y lo seguiré haciendo mientras Dios quiera.
Todos los días -más de un mes- nadando; haciendo largos, boca arriba, boca abajo, abdominales, jugando a la pelota...
Con el agua helada, con agujetas, con dolores (tengo una contractura en la espalda)
Y hasta alguna vez con lágrimas, y otras cantando.
Pero mereció la pena... ¿o no?
(las fotos que he puesto por facebook y mis blogs me las hicieron el sábado pasado y ayer.