Ganas de otoño, de
superarme, de escribir, de ser yo; de cerrar la puerta y ser la mejor…. Porque lo
soy.
Lo que empezó, el
otro día, bañado de impotencia y mucho miedo, acabó con mi monitora casi
aplaudiendo y saltando mientras yo me hacía un largo en la piscina olímpica. No
me conocía. Yo, a veces, tampoco.
Me habían dicho que el agua estaba helada y me puse el traje
de buzo –shorty- pero eso flota mucho. Se me olvidó. Y el
traje me anuló, boca arriba no, pero eso no cuenta.
Cualquiera hubiera pedido
que le sacaran.
Cualquiera.
Hice tanto ejercicio y
fuerza que acabé dominando, 45 minutos después cuando me sacaron, hacía
chistes y me quitaba el gorro y me mareé. El calor era infernal y ni me acordé
de bajarme la cremallera.
Me recuperé enseguida en plan hormoni femenini haciendo el
jilipollas con jota. Total, finde
empachada de chocolate, de ponerme a escribir y acabar viendo una película con
cerveza incluida, o levantarme pronto a escribir y quedarme dormida.