que tu lucha merezca
la pena...
A veces, me imaginaba a la Ataxia de
Friedreich, a ése señor que había venido a cenar sin que nadie le invitara,
como un monstruo enorme, deforme, de un verde oscuro casi negro. Siempre al
acecho. Esperando. Vigilando. Tendía sus largos y huesudos dedos hacia mí. Yo
sólo tenía que aprender a vivir con aquel horripilante ser. Era ardua, casi
imposible, la tarea de despistar a la enfermedad que se había convertido en mi
sombra, pero yo era demasiado bruta, o simplemente rebelde, o sólo una eterna
enamorada de la vida, y no me daba la gana dejar de sonreír al aire porque
dijeran que estaba enferma, o porque aquella nauseabunda criatura siguiera mis
pasos siempre.
¿ Cuántos seres humanos se sienten minusválidos sin serlo?
¿ Y cuántos seres humanos nunca se sentirán minusválidos siéndolo?
Sólo eres lo que sientas que eres."
¿ Cuántos seres humanos se sienten minusválidos sin serlo?
¿ Y cuántos seres humanos nunca se sentirán minusválidos siéndolo?
Sólo eres lo que sientas que eres."